EL BANQUETE
Músíca. á la puerta de la casa del
tío Zurrias, El pueblo en masa acude á vitorearle, Sale mi hombre con un saco
lleno de duros y empieza a repartir á derecha e izquierda; Mil voces. - ¡Viva
el tío Zarrias!
- Gracias, ceudadanos, pa esto sirve
el dinero, pa dale gusto y dáselo a los demás. El cestero. - Pero ¿es veras de
que llevaba usté
medio billete? Medio billete llevaba,
porque naide quiso juar conmigo. Lo compré en Zaragoza, vine al pueblo, le
ofrecí parte á tóo el que quiso; macuerdo que en un corrinche que había en la
plaza se rieron del número, ¡porque era el treinta pelao! Pues, ahí lo tenéis,
en el treinta pelao ha caído el premio gordo; los que no quisieron juar se
tirarán de los pelos. pues amoláse. Ala, ¿quién quié dineros? - ¡Viva el tío Zarrias!
- ¡Vaya, no hay más, no vaya á ser
cosa de que lo dé todo y me quede yo sin nada. No diréis que no mi acordao de
vosotros. - ¿A todo el pueblo le ha dao usté? - Verís lo que hi hecho. Lo
primero l'hi dao cuarenta duros al cura pa que le haga una fiesta a la Virgen
en ación de gracias y veinte pa que dija misas por mi mujer, ya que me dió tan
mala vida que, si no se muere, la estozuelo; ahura que tenga sus misas. ¿Está
bien hecho u qué? - ¡Muy bien, muy bien! - Después l'hi dao á cada pobre que ha
llamao una peseta y un doblero, y a los viejecitos dos pesetas Y. un ocho. - ¡Viva
el tío Zarrias!
- Vaya, vaya, a callar, que a mí no
me gustan las huevaciones. Por óltimo, les hi perdonao los dineros á todos los
vecinos del pueblo que me debían. - Es osté más güeno que el pan. - Too el que
da es güeno. No icías eso hace ocho días. - ¿y al ayuntamiento no I'a dao osté
nada? - ¿Al ayuntamiento? ¡Oscurantismo porretero le daría yo! ¡Un ayuntamiento
que no tiene riñones pa quitar los consumos, que te hace pagar dos riales por un
conejo ¡Que les dé su padre! - ¡Tiene razón! - Conque señores, me voy, que el
tren pa Zaragoza está ya chuflando. - ¿Y a qué va usté allí? - Pues al
banquete. - Ah, es verdá, que tiene usté encargao un banquete. - De viente
cubiertos, en la fonda é Europa, aquí tengo el parte, miálo, dise : Banquete
veinte cubiertos estará preparado para ocho noche. Llego a las siete y a las
ocho estoy sentado á la mesa.
- ¿Y a quién va
usted a convidar? ¿Es cosa de política? - A los políticos... oscurantismo
porretero les daría yo, anda y que coman polvora, - ¿Pues pa quién es? - Eso a
vusotros no se os importa. Vaya, hasta la vuelta, el viernes estaré aquí si no
mi muerto. - ¡No lo premita Dios! - Todo el mundo da banquetes y no se pué
coger un papel sin leer banquetes. ¡Pues yo tamién, qué moño! ¡Adiós! ¡Adiós!
- Hasta la vuelta. - ¡Viva el tío Zarrias!
El afortunado mortal
llega a Zaragoza a las siete y minutos. Va a rezar su salve a la Virgen
del Pilar y se encamina poco a poco. a la fonda de Zopetti. La mesa está
preparada. En el centro un gran ramo de flores. Veinte cubiertos anchamente
colocados. Espléndido aspecto. El tío Zarrias llega, se frota las manos de
gusto y y le dice al amo: - A mí me gusta pagar mis cosas antes con antes. ¿Cuánto
vale esto? - Como usted no me pidió precio y usted tiene fama de hacer las cosas
en grande, le he preparado a usted una gran comida, con vinos superiores, todo
de lo mejor. - Bueno, bueno, ¿cuánto hay que dar? - A seis duros cubierto. -
Ahí va, el gobierno paga. (Da un billete de mil pesetas). ¿Ha avisado usted a
la orquesta? - Sí, 'señor, ya llegan los músicos; abajo en la plaza están. -
Bueno. Págales también, y que beban. - Está muy bien.
El tío Zarrias
se sienta a la cabecera de la mesa. Los criados encienden
todas las luces. - Ala, ya podís sirvir. El amo de la fonda. - ¿No
espera usted a sus convidados? No son más que las ocho. ¿Qué convidaos? - Pues... los diecinueve. ¿Para quién son los veinte
cubiertos? - ¿Pa quién, moño, han de ser?
¡Pa mí! - ¡Aaah! - Pa eso sirven los dineros, pa dase uno gusto. ¡Yo convidaos¡
¿Dar de comer á hambrones? Oscurantismo porretero
les daría yo ¡Ala, ala, venga comida, y
a los músicos que me toquen la marcha rial, que yo me la pago! ¡Y venga vino!
EUSEBIO BLASCO
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