domingo, 24 de mayo de 2020

Qué diferencia existe entre el obscuro pasado y el alienamiento que aún persiste

A Paul Joseph Goebbels, uno de los principales colaboradores de Hitler
durante el Tercer Reich, se le atribuyen los siguientes principios de la
actividad propagandística:

Simplificación, y del enemigo único: Adoptar una única idea, un único
símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.

Método de contagio: Reunir diversos adversarios en una sola categoría o
individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.

Transposición: Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos,
respondiendo al ataque con el ataque.

Exageración y desfiguración: Convertir cualquier anécdota, por pequeña
que sea, en amenaza grave.

Vulgarización: Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al
menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más
grande sea la masa por convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo
mental que realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su
comprensión, escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.

Orquestación: La propaganda debe limitarse a un número pequeño de
ideas y hay que repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez
desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el
mismo concepto. Sin fisuras ni dudas.

Renovación: Hay que emitir constantemente informaciones y
argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el
público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario
nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.

Verosimilitud: Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a
través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentadas.

Silenciación: Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen
argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario, también
contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.

Transfusión: Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de
un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de
odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que
puedan arraigar en sentimientos primitivos.

Unanimidad: Llegar a convencer a muchos de que piensan «como todo
el mundo», creando impresión de unanimidad.

No es difícil darse cuenta de que muchos de estos principios se siguen
aplicando en la actualidad, algunos de forma insistente.


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