(Homenaje a hombres gloriosos que hoy
duermen en el presente olvidados por sus descendientes ociosos)
DIEGO GARCÍA DE PAREDES
Desde el año 1492 al 1500
corsarios genoveses y nisardos asolaron las costas de las Baleares. Era
entonces gobernador de Mallorca Pedro de San Juan, gran soldado y de muchos méritos por su persona y
por su sangre; descendía de aquel otro San Juan, camarlengo que fue del rey don
Pedro.
Viendo en aprieto la tranquilidad
de las costas armó el gobernador bajeles, en corso, dobló las primas de
navegación y de presa, y por dar ejemplo él se hizo á la mar en diversas
ocasiones con éxito lisonjero, apresando naves corsarias y haciendo duro
escarmiento en los corsarios.
Por el año 1507 hubo necesidad de
redoblar los esfuerzos de vigilancia en las Baleares, seriamente amenazadas por
un terrible é improvisado corsario que en breve tiempo fue el terror del
Mediterráneo. Hacía el corso por su cuenta y en rebeldía contra su rey;
corsario de corsarios, fue el terror de las costas de Berbería y al solo
anuncio de su nombre se entregaban las naves de piratas.
Llamábase Diego García de Paredes.
Aquel García de Paredes legendario, el heroico soldado de Italia. El hércules
que en una noche, para amparar la reputación de una dama, arrancó todas las
rejas de una calle de Córdoba. El soldado heroico de Ceriñola y Garellano. Aquel
de quien dice Cervantes que detenía una piedra de molino en la mitad de su
carrera con solo apoyar en ella el dedo pulgar.
Se cuenta de él que en aquel
famoso reto de los caballeros franceses á los españoles sitiados en Barlete Diego
García de Paredes llevó la parte más ruda de la lucha y habiéndose quedado sin
espada porque la partió en la cabeza de un adversario, vió á otro precipitarse sobre
él. Corrió el español y todos creyeron se declaraba vencido, cuando en medio de
la sorpresa general lo vieron
asir un bloque enorme, una de las
piedras con que se marcaban los límites del terreno, y tirarla sobre el caballo
de su enemigo, derribándole y arrastrando al jinete en su caída; caballo y
caballero perecieron a manos del coloso. Fue este don Diego de Paredes
una de las más sólidas reputaciones
de guerrero de España, juntamente con Pedro de Navarro, uno de los
lugartenientes más esforzados del Gran Capitán.
Descontento de las paces firmadas
con Italia se lanzó al corso por su cuenta y riesgo y equipó y armó varios bajeles.
Quieren las crónicas mezclar á este suceso cierta aventura pasional, y deducen
que á su vehemencia de guerrero unió la de enamorado ; y , pequeña la tierra para
él, buscó el libre dominio de los mares.
De hecho se impuso en las costas
de Berbería y en las de Italia y amenazó seriamente á las Baleares, que se
vieron obligadas á armar dos navios en defensa de sus costas. A tal llegó el
prestigio en los mares de don Diego de Paredes que sólo á la presencia de sus
naves soltaban los berberiscos toda presa y era frecuente ver entrar apresadores
y apresados formando un convoy prisionero
del capitán aventurero, del famoso
corsario de corsarios, que acabó su brillante carrera militar alzado en
rebeldía por no poder aguantar los impulsos de su corazón, según unos, y de
flaqueza y debilidades de un rey, según otros. Ambos juicios son de creer, y no
es temerario afirmar que el destino llevó inexorablemente á aquel aventurero á
los mares porque era la tierra firme reducido espacio para servir de teatro á
aquel corazón hazañoso. Para las islas Baleares es inolvidable el nombre de
García de Paredes, así por algunos cautivos que rescató y devolvió, como por
haber apresado varias naves cargadas de trigo, que venían á estas islas
llamadas por la necesidad, en
ocasión de una esterilidad y un hambre de las mayores que se han conocido en
las Baleares.
Extracto del libro de Ricardo Burguete (Corsarios y Piratas).
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