domingo, 31 de mayo de 2020

BARBARROJA Y DRAGUT

Treinta años duró en los mares el poder formidable de los turcos ; lo conquistó Barbarroja el día de la batalla de Prévése, luchando contra la escuadra de la cristiandad, mandada por Andrés Doria, y poniendo el turco en fuga á los cristianos con fuerzas notablemente inferiores ; lo perdieron en la batalla de Lepanto á mano de los españoles en el combate naval más formidable que presenciaron los siglos. De don Juan de Austria fué la gloria de Lepante ; do Barbarroja y de su lugarteniente Dragut fué toda la gloria que en esos treinta años alcanzó el poderío naval turco. Fué Barbarroja, Khai'r-ed-Uin por su verdadero nombre, el tipo más acabado del corsario. Su poderoso genio de marino hizo de los turcos una potencia naval, y á tal llegó su reputación y poderío que por buscar su concurso no vaciló Francisco I, rey de Francia, en formar con los turcos aquella alianza impía que fué baldón de los
cristianos y terror del Mediterráneo.

A partir de la isla de Elba y del canal de Piombino, la campaña de devastación siguió á lo largo de las costas en todos los rincones que baña el Mediterráneo : Telamor, Porto-Elcole, la isla de Giglir, Ischia, Procite, Policastro, Lipari, Jumere de Muro Ciriati, en la costa de Calabria, Gallipoli, las Baleares, Malta, Córcega, Berbería y las costas de España; imposible seguir al pirata en la carrera de sus triunfos. Tenía enfrente marino tan experto como Andrés Doria y era tal el respeto que ambos se inspiraban que, á juicio de los españoles, «eran lobos de una misma camada, que se enseñaban frecuentemente los dientes y no se mordían». Fué tal la cantidad de cautivos y la abundancia de botín de aquella campaña que, á juicio de autores contemporáneos, los barcos, si no sucumbían á la carga, era porque la muerte se encargaba de aligerarlos (1). Los prisioneros, amontonados en los navios, morían de hambre, de sed ó de miseria. Rebaño humano que no excitaba la compasión, los que no acababan la travesía en el fondo del mar iban á servir de esclavos al turco. Las mujeres llenaban los serrallos de los palacios del Bosforo y eran vendidas en los mercados en pública subasta.

Cuéntase que en aquella campaña, aliado con el francés, no fué Barbarroja lo sanguinario que en sus mocedades, por un hecho fortuito é interesante. La flota poderosa de Barbarroja había hecho escala para hacer aguada en las costas de Calabria. Una guarnición de 60 hombres defendía el castillo de Reggio, inmediato á la aguada. Mandaba el castillo don Diego Gaetano, y al ver desembarcar considerables fuerzas de turcos rompió sobre ellos fuego de cañón. Irritado Barbarroja mandó desembarcar toda su artillería y durante cuatro días batió furiosamente en brecha el castillo, hasta reducirlo á escombros y obligarle á capitular. La capitulación había de ser dura. Gaetano tenía consigo á su mujer y á su hija, joven de una belleza incomparable. La suerte les reservaba el harem. Pero una noche enloquecedora y tibia, en aquel rincón melancólico y majestuoso de la Calabria, el viejo pirata
oyó en el silencio de la noche entonar mía canción impregnada de dulzura y de tristeza en boca de la prisionera. Pidió el corsario le llevasen á su presencia á la cautiva, y no dice más la discreta historia... Días después, reducida de buen grado al mahometanismó,
era dueña y señora de Barbarroja, del terrible corsario, y recorría triunfante los mares en el camarín de oro y púrpura de la gloriosa capitana, y era la dueña y señora de los mares que supo rendir el corazón impetuoso de aquel pirata, mozo impetuoso que contaba en esta aventura pasados los ochenta años.

Desde aquel momento la historia de Barbarroja es la historia benévola y clemente que trazó con su mano su sultana favorita. Los historiadores musulmanes, Sandoval, el historiador español, y Brantôme, marcan desde aquel instante el ocaso del coloso. Paseó triunfante sus amores por el Mediterráneo y murió como Felipe de Valois, como Femando de Aragón, como Luis XII, en un espasmo de amor, abrazado á su sultana favorita, á la cautiva de Reggio. El 6 del mes de «jemas-al- Aoul» del 953, esto es, el 6 de agosto de 1546, rindió su alma aquel cuerpo esforzado que, dueño de mil cautivas, fué á morir esclavo de una sola. Reposa su cuerpo en la tumba de Beschiktah.

Fué Dragut el lugarteniente esforzado de Barbarroja. Horghoud era su verdadero apellido, y su valor temerario cautivaba al propio Barbarroja. Prisionero de los españoles en un encuentro, Giannetino le ofreció como presente á su tío el viejo almirante

Andrés Doria. Cuenta Brantôme que Dragut no perdió un instante su serenidad y gallardía. Encadenado á una galera como esclavo le encontró un día Parrisot, uno de los futuros grandes maestros de la Orden de Malta. Dragut y Parrisot eran antiguos conocidos:
—Cosas de la guerra—dijo Parrisot. —Cambio de fortuna—replicó Dragut. Y, en efecto, así había visto él á Parrisot años antes, sujeto á un banco como remero cautivo de Barbarroja. Tales eran en aquella época las alternativas de la vida marítima. Ningún naufragio moral era capaz de abatir aquellos corazones hechos á la borrasca. Por salvar á Dragut dió Barbarroja lo mejor de sus
tesoros y sirvió de intermediario el rey de Francia, teniendo el rescate los honores de un pacto. Siguió Dragut de lugarteniente de Barbarroja, eclipsando en ocasiones á su caudillo, sobre todo en el ocaso amoroso del corsario. Muerto el capitán fué el heredero de su renombre y sirvió al gran señor Solimán el Magnífico, pero con cierta independencia, que era acatada de buen grado por el turco. Fué Dragut á su vez el maestro de los corsarios que mantuvieron el poder del turco en Berbería. Nadie que no fueran los españoles se atrevía á medir las armas ni á disputar los mares á Dragut.

España, que había sostenido sola y fieramente por tierra el poder avasallador de la media luna, lograda la integridad de su territorio tocábale llevar á cabo por sí sola el mayor esfuerzo de la cruzada en los mares. Una y otra vez embestía á Berbería, y otra vez embestía el turco. En ocasiones llevó el auxilio de la cristiandad, pero en otras tuvo enfrente á los cristianos que, como los franceses y los venecianos, no vacilaron en aliarse con los turcos.

Las Baleares resistían airosas las embestidas de los piratas. Verdad es que á fuerza de riesgos y necesidades en Palma de Mallorca se construían los mejores navios y que era raro en las islas no encontrar en cada propietario un armador y en cada hombre de mar un audaz corsario. Barbarroja y Dragut intentaron infructuosamente apoderarse de estas islas, y los triunfos que en ellas consiguieron fueron á costa de grandes perdidas. Sírvanos para acopio de datos fuentes históricas, que mantenemos íntegras en su original.

Extracto de Corsarios y piratas (La leyenda del  Mediterráneo) de Ricardo Burguete



Primavera manchega (Miguelturra) Ciudad Real España


La Parca y sus cosas


¡Bravo por lo andaluz!



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sábado, 30 de mayo de 2020

LA LEYENDA DE LOS MARES

Si navegáis por los mares del Norte en una noche tempestuosa, las fuerzas de la Naturaleza, en su batallar hórrido y descomunal, os semejan una personificación de la vieja mitología escandinava : los Jcetuns, seres monstruosos, hirsutos y de carácter demoníaco el dios de la escarcha, la tradición de Rime, que cabalga; sobre nubes de granizo y de truenos; el dios Hymir, que mira los icebergs montes de hielo y con un ojo diabólico hace estallar las rocas que comunican el furor embravecido á las aguas. El trueno es la cólera del dios Tor, y el rayo su maza fulmínea.

Toda la leyenda norsa de un dios Odino, con sus luchas de gigantes, con sus monstruos enfureciendo ó calmando los elementos, desfila por vuestra imaginación en las largas horas de una noche tempestuosa por los mares del Norte.

La leyenda heroica vibra, cantando al cimbrear de las jarcias de vuestro buque. Sólo lo heroico pudo vivir en la mitología de los pueblos circundados por aquellos mares, y es creíble lo que cuenta Shorro de aquellos reyes antiguos, «que cercanos á la muerte mandaban» poner su cuerpo dentro de una nave, y ésta dispuesta» para lanzarla al mar y á toda vela, ardiendo á fuego» lento, á fin de que, una vez en el mar, el incendio» la envolviese en llamas, y de aquella manera sepultar» dignamente al héroe anciano, dándole por tumba á Un» tiempo mismo el firmamento y el Océano.» »Yo me los imagino—dice Carlyle—silenciosos, con» los labios apretados, desafiando al mar embravecido» con sus monstruos, y á todos los hombres y á todas» las cosas, ignorando que fuesen especialmente valientes, verdaderos progenitores de nuestros Blakes y de »nuestros Nelson.»

Dentro de aquellas tempestades que semejan cataclismos vais á perecer. Mas ¡qué importa perecer!... ¡El crepúsculo de los Dioses, la concepción de Ragnarock os sirve de consuelo I Todo muere y renace. Oíd el canto del Voelenpa: los diosefsi y los Foetuns, las fuerzas divinas del Voeluspa: los dioses y los Joetuns, las fuerzas divinas y las caóticas y brutas se encuentran al fin en un duelo mortal. Thor y la Serpiente de Mundo se encuentran frente á frente; la ruina y el estrago han desaparecido; el crepúsculo envuelve la creación entera. El viejo universo desapareció; pero no importa; no es muerte final : ha de venir otro nuevo cielo y otra nueva tierra. Un Dios más alto y supremo y otra justicia más divina tiene que volver á reinar entre los hombres... Si desaparecéis volveréis á renacer más grandes en la otra vida.

Si no sucumbís en la tormenta y la tormenta pasa y le hicisteis rostro placentero y sereno, asistís á mi acrecentamiento de vuestro espíritu. A cada riesgo serenamente corrido gana el alma en intensidad de visión. Sólo al borde de la muerte se aprende á conocer el sentido de la vida.

La leyenda de los mares del Norte es una leyenda fantástica, inverosímil, que os haría sonreír desde el sillón de vuestro gabinete. Esa leyenda templó el alma heroica de los marinos de aquellos mares. Hoy, perdida la armonía íntima de las cosas, esa leyenda sólo
habla á los corazones heroicos; y con los acentos de la tempestad armoniza, su lenguaje, que sólo represento en los corazones de marino grandes, que son capaces de albergar pasiones más tempestuosas que las borrascas del Océano.

No sonriáis incrédulos al oíd relatar fragmentos de la vieja leyenda norsa de los mares del Norte; por desconocerlos perdimos un día la armada invencible. El dios Thor hizo sucumbir con su maza una escuadra poderosa organizada ^en Castilla. Hablad del improvisado almirante Medina Sidonia y contad á los niños

Tienen nuestros mares de Levante una historia heroica, que ,tocaría en lo sublime á no tener con exceso ese tinte rojo y sangriento de sus crepúsculos. Sobre esa superficie de mar azulado que tiene transparencias de cielo; bajo aquel límpido firmamento de luz reverberante que cubre el Mediterráneo ; sobre todas las ensenadas y calas de tierra firme que bañan sus aguas con murmurante y misterioso beso ; sobre cada rincón, sobre cada piedra, en cada uno de los colgajos de vegetación que asoman á los acantilados de las costas, pudiera hallarse un recuerdo de historia de corsario, escrita con lágrimas ó con sangre. Las lágrimas y los sollozos, al condensarse soplados por el impulso de las cóleras, hubieran podido formar al través de los siglos una brisa fugitiva y errante, una brisa acre y desoladora. ¡ Quién sabe si ese melancólico ambiente que os invade al atardecer en estos mares levantinos no es una ¡evaporación de lágrimas, una impregnación de llanto del pasado que toman los seres y las cosas.

En esas tardes, mirad el firmamento ; mirad las nubes, semejantes á sangrientos despojos; ved las cresterías de las rocas, iluminadas con fulgores de incendio ; el mar toma á vuestros pies un tinte cárdeno y violeta, un aspecto consternado, y oid, oid entre los guijarros cómo canta una jerga berberisca, recuento de las horas, de los días, de los años y de los siglos hazañosos del
pirata.

Por estos mares paseó el cautivo encadenado al banco del remero sus esperanzas sus anhelos de libertad; fué testigo un día y otro de la matanza de los suyos, del asalto en aquellas mismas playas de donde le arrancaron. Sobre estos mismos mares, en noches luminosas y balsámicas, orillando las costas bajo el límpido fulgor de las estrellas, como flores prensadas en montón, escapaba el aroma de virginidad de las cautivas y huía un alma con la rápida parábola de mía estrella fugitiva ó se abría para el infortunio una vida reducida al parpadeo lacrimoso é indiferente de mi faro á quien asalta la borrasca.

No asomó lo fantástico á estas aguas, pero en ellas se sumergió lo pasional. La grandeza de los marinos de estos mares fué la grandeza del pirata. Si en los mares del Norte se aprendió á luchar y á vencer al mar, aquí se aprendió á luchar y á vencer á los
hombres. El temor de la borrasca empequeñeció ante el temor al corsario.

Oid atentos la leyenda de estos mares y reconstituid su armonioso conjunto con los fragmentos. Con cuánto hay de hondura heroica en lo humano, trazó el destino esta historia, y para que hablen al corazón pasional de los marinos levantinos se escriben estas páginas. Manso en la apariencia é impetuoso y temible en la ocasión es este mar de Levante. Así era el corazón de nuestros corsarios. Sea así el corazón de nuestros marinos venideros. Todo retoma; y, según el canto Voeluspa, se muere para renacer en otra existencia superior.

Extracto de Corsarios y piratas (La leyenda del  Mediterráneo) de Ricardo Burguete


Primavera manchega (Miguelturra) Ciudad Real ESPAÑA


Cuartetos


Amor y orgullo


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jueves, 28 de mayo de 2020

(Historia para desmemoriados y gentes de mala fe)

CREPÚSCULO DE SANGRE

Asombra y asombrará al historiador imparcial los grados de vigor que necesitó España para sostenerse en medio de la violencia y de las adversidades del exterior. Otro pueblo y otra raza que no fuera trabajada en la ruda guerra de reconquista hubiera sucumbido. Aparte de la descomposición interna, los agentes exteriores eran motivo poderoso para acabar con el organismo nacional mas sano.

Todavía en el reinado de Carlos III siguieron las violencias, las guerras y las campañas contra Argel y el corso de Berbería. Del mismo modo que la brusquedad aragonesa pudiera atribuirse á aquellos vientos duros y broncos del Moncayo, que obligan á hacerse firme y terca á la planta, al hombre y al guijarro, así la adversidad y la violencia dieron en estos mares de Levante una serie de hombres de talla singular y majestuosa.

A los conquistadores de América seguían los corsa ríos levantinos, y de entre todos ellos se destacó la figura de Antonio Barceló, el rapazuelo de playa que sin saber leer ni escribir^ por  sus gloriosos hechos llegó á teniente general de la armada. Su figura y su vida merecen libro aparte, ya que al presente saben más de él los extraños que los propios.

Surgió Barceló en medio del ocaso sangriento de España, en estas aguas de Levante; su cuma, Mallorca; su filiación hay que rebuscarla entre aquellos intrépidos marineros de los arrabales de Palma, cien veces hazañosos y otras tantas cautivos de los berberiscos, raza de hombres agrestes y fieros, producto que floreció como los «cactus» y las «chumberas» de estas costas, como imagen de la violencia y al calor de una .misma sangre derramada.

Os dirán al visitar las Baleares que aquella raza de hombres desapareció, para dar paso á otros de natural pacífico, apáticos y que queráis á los observadores y á los psicólogos de desapasionados... Dad el crédito que queráis á los observadores y á los psicólogos de aldea. Estos son también los que por no saber buscar en la adormecida alma española la hondura heroica la dan por muerta.

Existe aquella raza de hombres; son otros los tiempos y otras las ocupaciones. Si rebuscáis en los suburbios y en los arrabales de la ciudad daréis con ellos. No son hombres pendencieros, son silenciosos; llevan la serena fiereza en el mirar y en el continente; aparecen y reaparecen, viven misteriosamente. Es preciso adivinarlos cuando pasan á vuestro lado. A fuerza de asomarse à la muerte, el alma, les sale por los ojos. Un alma borrascosa, contagiada por la tormenta de los mares.

Hoy no pueden ser corsarios. Hacen el contrabando con Argelia, con Túnez, con Oran, con Trípoli, con todas las costas de Berbería. Cruzan el mar un día y otro día con barquichuelas atestadas de tabaco, tripuladas por dos, y á lo sumo por tres hombres. Durante mis frecuentes travesías á las costas de la península, en más de una noche tormentosa y á ¡bordo de los vapores correos de la «Isleña» he asistido, llamado por el oficial del puente, á la lucha homérica que allá en el fondo de la obscuridad y en el cabrilleo fosforescente de las olas sostenía una insignificante mancha parduzca; un barquichuelo sin luces y á palo seco, y con sólo los remos, que iba á ser engullido y reengullido una y mil veces entre las monstruosas olas...—Vienen de Argel—decía el oficial. El vapor pasaba balanceándose y crujiendo entre las embestidas del mar. Y allá atrás quedaba el lanchuelo, en medio de la obscuridad y entre el bramido de consternación y de muerte de los vientos y de las aguas. No era aquel el único riesgo: era preciso ganar la costa. ¡Pero qué costal La roca viva, las peñas donde el mar hierve en espuma, y allí salvar la lancha; salvar el alijo y, en ocasiones, volverse á hacer á la mar entre los disparos de los carabineros, las luces de las escampavías ó la celada de los vaporcitos del resguardo, refugiados en las calas. En el mar, la muerte. En tierra, el presidio ó la muerte también.

Esta empresa realízanla un día y otro día. Aprovechando las borrascas, huyendo de los días claros y de las noches serenas, con ganancias equiparadas á un jornal poco más que exiguo, gozando de libertad omnímoda á cambio del sacrificio constante de la vida, teniendo por único dueño y señor de sus haciendas y de sus personas los caprichos del mar ó la precisión de un fusil.

Hacen mucho daño á los intereses de la Tabacalera, es verdad: son un corsario contra otro corsario. Mas aquéllos, con el lenguaje rudo, con sus hechos, son los continuadores de una historia heroica. Perdidas para España las costas de Berbería, son la de los europeos y de los berberiscos, que los ven
admiración partir á la aventura una y otra noche borrascosa. Algunos se pierden, sin que se sepa dónde ni cómo. Salieron en una noche de la costa y desaparecieron en esto mismo mar que presenció tanto infortunio y que tragó á tantos de sus antepasados.

Quién sabe si les alienta en su empresa épica el alma heroica de los García de Paredes, de los Pedro Navarro, de los Cañete, de los Jaime Llorens, de los Riquer, de los Barceló I Acaso, y sin acaso, en aquellas costas, hoy abandonadas de España, recogen el aliento
heroico de aquellos antepasados intrépidos que asombraba á Dragut y Barbarroja, como hoy asombran estos á los tranquilos comerciantes. Siento profunda admiración por estos modernos corsarios que luchan con las empresas especuladoras que los gobiernos centrales ayudaron á levantarse en corso.

He aquí donde alcanzo á ver la hondura heroica de la edad pasada. Así la conocí en la guerra manejando tropas. Cuanto dice y copio en el libro el vicealmirante Junen de la Graviere de los tercios españoles lo vi en mis soldados de Cuba. Por eso dedico el libro á mis heroicos soldados de Cuba y Filipinas. Rodríguez Blasco Caides, Armengol, Núñez, Sancho... nombres ilustres de soldados, con vosotros resucitaba mi imaginación los buenos tiempos de los tercios. No cabe duda; vosotros erais los dignos sucesores de aquellos esforzados soldados, como son los contrabandistas levantinos los dignos sucesores de los corsarios de otra edad. ¡Qué importa vuestra aparente rebeldía! ¿Qué entienden las leyes de medir la capacidad de las almas?

Vosotros, viajeros y marinos que cruzáis el Mediterráneo, manso en la apariencia é implacable en las borrascas ; vosotros, sus playas arenosas ó rocosas interrogáis al mar, leed levantinos de las costas, que desde la historia de heroísmo que surcó sus aguas. Tened fe y no maldigáis del ocaso sangriento y rojo de España; fue un designio del Altísimo, tan inevitable en la historia como es en vuestros progresos científicos y sabiduría inevitable el crepúsculo encendido y rojo sangriento de vuestras costas. La historia es un proceso de hechos naturales y no un acto de fabricación al que nos pueden llevar á su antojo las leyes de los hombres. No podemos hacer otra cosa en la vida que prepararnos para afrontar las circunstancias. Y es bastante. Muy recio era el roble y le abatió el huracán por su excesiva corpulencia.

Dejemos de una vez la labor de hacer astillas la madera á pretexto de analizarla. ¿Vino al suelo el árbol ? Apartad la maleza y heroica. Un pueblo que luchó como el nuestro tiene altos dejad que retoñe su raíz designios que cumplir en la historia. Más grande que toda su grandeza es lo que resiste, la hondura, la raíz heroica del árbol, al abandono y á la general podredumbre.

En un crepúsculo de sangre y de violencia cayó, y otro crepúsculo de sangre y de violencia le alzará. Recordad el canto del «voeluspa» : Todo retorna y se muere, para retornar á otra existencia superior. De vosotros, levantinos, surgirá el renacer. La Historia dirá si miente mi profecía. Ese crepúsculo de sangre vuestra traerá, pasada la noche, una aurora de lozanía, de esplendor y de fuerza. Caísteis los últimos luchando con valor. El valor vive en vosotros y ha tenido las manifestaciones que le dictó el progreso. Con el renaceréis el día de la nueva aurora. Acordaos de las frases de Carlyle: «Sí; el valor es también fuente de misericordia y de verdad y de todo cuanto hay de grande, de bueno y de noble en el hombre»



Extracto de Corsarios  y piratas de Ricardo Burguete

Primavera manchega (Miguelturra) Ciudad Real ESPAÑA


Castas y caspas


Al labrador homenaje


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martes, 26 de mayo de 2020

HÉROES OLVIDADOS

(Homenaje a hombres gloriosos que hoy duermen en el presente olvidados por sus descendientes ociosos)

DIEGO GARCÍA DE PAREDES

Desde el año 1492 al 1500 corsarios genoveses y nisardos asolaron las costas de las Baleares. Era entonces gobernador de Mallorca Pedro de San Juan, gran soldado y de muchos méritos por su persona y por su sangre; descendía de aquel otro San Juan, camarlengo que fue del rey don Pedro.

Viendo en aprieto la tranquilidad de las costas armó el gobernador bajeles, en corso, dobló las primas de navegación y de presa, y por dar ejemplo él se hizo á la mar en diversas ocasiones con éxito lisonjero, apresando naves corsarias y haciendo duro escarmiento en los corsarios.

Por el año 1507 hubo necesidad de redoblar los esfuerzos de vigilancia en las Baleares, seriamente amenazadas por un terrible é improvisado corsario que en breve tiempo fue el terror del Mediterráneo. Hacía el corso por su cuenta y en rebeldía contra su rey; corsario de corsarios, fue el terror de las costas de Berbería y al solo anuncio de su nombre se entregaban las naves de piratas.

Llamábase Diego García de Paredes. Aquel García de Paredes legendario, el heroico soldado de Italia. El hércules que en una noche, para amparar la reputación de una dama, arrancó todas las rejas de una calle de Córdoba. El soldado heroico de Ceriñola y Garellano. Aquel de quien dice Cervantes que detenía una piedra de molino en la mitad de su carrera con solo apoyar en ella el dedo pulgar.

Se cuenta de él que en aquel famoso reto de los caballeros franceses á los españoles sitiados en Barlete Diego García de Paredes llevó la parte más ruda de la lucha y habiéndose quedado sin espada porque la partió en la cabeza de un adversario, vió á otro precipitarse sobre él. Corrió el español y todos creyeron se declaraba vencido, cuando en medio de la sorpresa general lo vieron
asir un bloque enorme, una de las piedras con que se marcaban los límites del terreno, y tirarla sobre el caballo de su enemigo, derribándole y arrastrando al jinete en su caída; caballo y caballero perecieron a manos del coloso. Fue este don Diego de Paredes
una de las más sólidas reputaciones de guerrero de España, juntamente con Pedro de Navarro, uno de los lugartenientes más esforzados del Gran Capitán.

Descontento de las paces firmadas con Italia se lanzó al corso por su cuenta y riesgo y equipó y armó varios bajeles. Quieren las crónicas mezclar á este suceso cierta aventura pasional, y deducen que á su vehemencia de guerrero unió la de enamorado ; y , pequeña la tierra para él, buscó el libre dominio de los mares.

De hecho se impuso en las costas de Berbería y en las de Italia y amenazó seriamente á las Baleares, que se vieron obligadas á armar dos navios en defensa de sus costas. A tal llegó el prestigio en los mares de don Diego de Paredes que sólo á la presencia de sus naves soltaban los berberiscos toda presa y era frecuente ver entrar apresadores y apresados formando un convoy prisionero
del capitán aventurero, del famoso corsario de corsarios, que acabó su brillante carrera militar alzado en rebeldía por no poder aguantar los impulsos de su corazón, según unos, y de flaqueza y debilidades de un rey, según otros. Ambos juicios son de creer, y no es temerario afirmar que el destino llevó inexorablemente á aquel aventurero á los mares porque era la tierra firme reducido espacio para servir de teatro á aquel corazón hazañoso. Para las islas Baleares es inolvidable el nombre de García de Paredes, así por algunos cautivos que rescató y devolvió, como por haber apresado varias naves cargadas de trigo, que venían á estas islas
llamadas por la necesidad, en ocasión de una esterilidad y un hambre de las mayores que se han conocido en las Baleares.

Extracto del libro de Ricardo Burguete (Corsarios y Piratas). 

Sierra de Cazorla (Jaen) Andalucia ESPAÑA


Sueños


Vida regalada


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domingo, 24 de mayo de 2020

Qué diferencia existe entre el obscuro pasado y el alienamiento que aún persiste

A Paul Joseph Goebbels, uno de los principales colaboradores de Hitler
durante el Tercer Reich, se le atribuyen los siguientes principios de la
actividad propagandística:

Simplificación, y del enemigo único: Adoptar una única idea, un único
símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.

Método de contagio: Reunir diversos adversarios en una sola categoría o
individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.

Transposición: Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos,
respondiendo al ataque con el ataque.

Exageración y desfiguración: Convertir cualquier anécdota, por pequeña
que sea, en amenaza grave.

Vulgarización: Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al
menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más
grande sea la masa por convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo
mental que realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su
comprensión, escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.

Orquestación: La propaganda debe limitarse a un número pequeño de
ideas y hay que repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez
desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el
mismo concepto. Sin fisuras ni dudas.

Renovación: Hay que emitir constantemente informaciones y
argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el
público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario
nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.

Verosimilitud: Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a
través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentadas.

Silenciación: Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen
argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario, también
contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.

Transfusión: Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de
un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de
odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que
puedan arraigar en sentimientos primitivos.

Unanimidad: Llegar a convencer a muchos de que piensan «como todo
el mundo», creando impresión de unanimidad.

No es difícil darse cuenta de que muchos de estos principios se siguen
aplicando en la actualidad, algunos de forma insistente.


LA LEYENDA DEL MEDITERRANEO

La leyenda heroica de las Baleares

La historia de las Baleares llena la historia heroica del Mediterráneo.     Frente por frente en el mar á los estados de Berbería, sus costas  fueron las más ensangrentadas durante siglos en la lucha contra el poder musulmán.

Su historia, desde la más remota antigüedad, tiene el sabor de una heroica leyenda Conquistada aquella tierra por los árabes fue reconquistada por    don Jaime I de Aragón; reino independiente á poco y reino unido al de Aragón y al de España después, se mantuvo por esfuerzo de sus moradores frente á frente del poder del turco, aun en aquellos tiempos de los famosos Barbarroja y Dragut, cuando era la marina de Solimán el Magnífico el terror de los mares de Levante.

Equidistante de Francia y de Berbería, las Baleares tienen una personalidad histórica que conviene conocer antes de narrar las hazañas de sus corsarios y las incesantes embestidas de los piratas berberiscos.

Como se forja y endurece el acero con los golpes, así se forja y endurece un pueblo y una raza á los bruscos encontronazos de la adversidad.

Un soplo de consternación infinita vagó durante siglos por estas costas acantiladas. Aldeas que fueron, desde Biblioteca aparecieron un día bajo la tea del incendio y la cimitarra del berberisco. Los supervivientes, fugitivos por los montes, volvieron á agruparse y con voluntad firme reedificaron la aldea al amparo de las rocas, talaron los bosques vecinos á la marina y edificaron una torre ó un castillo vigilante, para convertirse desde aquel día, de labriegos y mercaderes pacíficos, en soldados y en corsarios belicosos. Recorred las costas de las Baleares.

Los castillos, las torres y las atalayas se alzan de trecho en trecho, y en medio de la naturaleza fértil y risueña dan á aquellos peñascales un gesto de energía y de fiereza que va á reflejarse al pie en las aguas transparentes del Mediterráneo. Las grutas y las cuevas se suceden ; cada una evoca una leyenda de sangre, un recuento de audacia ó de infortunio. Al pasar inmediato á ellas, una bandada de palomas se agita en espiral, como gigantesco y desanudado turbante... Os dan deseos de acallar el rumor de los remos... ¡ chist!... no despertéis al pirata.

Fenicios, cartagineses y romanos lucharon y se disputaron esta fértil tierra, y con ella se contó para escribir la historia de la humanidad desde los más remotos tiempos. Pasemos revista á las vicisitudes históricas de estas islas, cuyo dominio se disputaron todos de un modo sangriento.

Nada nos dicen de estas islas los escasos datos geográficos de las Sagradas Escrituras. Después de la obra antiquísima de Moisés, las fabulosas narraciones de Homero quisieron mencionar estas islas, y hasta tanto que Herodoto y Strabón dieron de ellas conocimientos exactos y científicos, estas tierras debieron formar parte de las «muy traídas islas afortunadas», morada
de los hiperbóreos, gentes que, ahitas de bienandanzas y virtudes, jamás envejecían, y que, cansadas de vivir siglos y más siglos, buscaban la muerte como recurso de distracción, despidiéndose de este mundo con alegres festines y llevando la cabeza enguirnaldada con risueñas flores.

Fué preciso que la geografía saliera de su ciclo fabuloso entre los griegos, para que sus más atrevidos navegantes marcaran la situación real de estas islas, que conocieron con el nombre de «Gymnasias» unos, y de«Afroditas» otros. Diodoro Siculo las menciona al hablar de la Iberia, y dice así de stis habitantes : «Andan desnudos en el estío; es gente dada al uso del vino, de que tienen mucha falta; se ungen el cuerpo con aceite de lentisco, á falta de otro, y con grasas ; son tan inclinados á las mujeres, que dan por una tres ó cuatro hombres. Su morada es en los escondrijos de las peñas y cumbres enriscadas donde hacen sus albergues. No usan de oro ó plata, prohibiendo rigurosamente se importe á bis islas, dando como fundamento que Geryon, hijo de Crisauro, fué muerto á manos de Hércules á causa de estos metales. Juzgaban que quedando libres de estas preciosas riquezas vivirán seguros de todo género de asechanzas.

De aquí vino que cuando iban á la guerra con los cartagineses, sus aliados, trocaban sus sueldos y bagajes en vino y mujeres. Pero es aún más de maravillar lo que usaban en las bodas, en las cuales los deudos y amigos, por su ancianidad, gozaban primero de los gustos de la esposa, brindando después con ellos al marido. También es singular lo que realizaban con sus muertos, y era que los desmenuzaban y los metían en una urna, sobre la cual amontonaban grandes canteras.

Hasta en tiempo de Aristóteles conócense las Baleares entre los griegos con el nombre de «Gymnasias». Quieren algunos escritores que este nombre tenga origen en el notable ejercicio de la guerra, que tan á maravilla dominaban los baleáricos; pero es más de creer que este apelativo tuviese origen en la simpar belleza de sus moradores. En las grandes emigraciones de los pueblos fué el mar el itinerario obligado de los más aventureros ó de los más audaces. Surcaron el Mediterráneo los caldeos, los egipcios, los fenicios y aun los escitas. Al gran movimiento expansivo de los pueblos sirvió el mar de válvula, y el escape de las tribus fué continuo y silencioso á través de las edades y tardó en darse á conocer todo el tiempo que necesitaron para extenderse por los ámbitos terrestres del primitivo «Ultra- mar». Las razas se extendieron por tierra firme como por su primer elemento y poblaron los continentes.

Nuevas irrupciones, al tratar de vencer la resistencia de los pueblos que les antecedieron, tropezaron con ellos y se produjo la reacción que la historia denomina fenómeno «guerra», y á su empuje dejáronse sentir los efectos en las costas, hasta que en éstas encontró el hombre cómoda salida por los mares. Abierta la válvula, las luchas del continente tuvieron influencia en la emigración do las costas. Del mismo modo que un gas rebotando en las paredes próximas del recipiente que lo encierra va á buscar salida en las válvulas, así las emigraciones marítimas salieron incesante y silenciosamente; y esta, á mi entender, es la razón suprema que trae envuelta en el misterio la historia primitiva de todas las islas de Europa. Las razas lucharon en tierra firme con otras razas, y las huellas de la lucha han podido pasar á la historia. Sólo cuando todos los ámbitos de la tierra fueron ¡poblados y nuevas emigraciones trajeron luchas en los confines de los mares vinieron á conocerse las islas y los continentes marítimos, y su descubrimiento, á falta de datos históricos, viene aparejado de fábulas.

Nuestras Baleares debieron sufrir la constante emigración de los pueblos costeros y aun la reacción de los del interior. Caldeos, egipcios y fenicios debieron llenar nuestras costas ; tras de ellos vinieron los griegos, y cuando Cartago abrió su soberanía en los mares y á poco después Roma, nuestras islas fueron disputadas por su excelente situación geográfica en el Mediterráneo.

Antes de esta época, á juzgar por los datos históricos, estas islas sufrieron ja irrupción de los grandes conquistadores continentales, pero esta irrupción hubo de ser momentánea y transitoria, y así Sesostris, el mejor conquistador de Egipto, Nabopolasar, el guerrero magno de Babilonia, y Semiramis, la varonil reina de Ninive, hicieron de estas islas una. estepa y tuvieron en ellas su dominio transitorio. Ello es que de su estancia no quedan monumentos, que los griegos se hubieran encargado de mencionar, y no mencionan.

Hasta que los Dorios dominan Grecia no conocen geográficamente estas islas. Y cuando los helenos hacen su conocimiento están contestes en llamarlas por unos Gymnasias y por otros Afroditas, símbolos de la belleza de sus moradores y dato cierto para creer que aquellas razas hermosas de Egipto, de Nínive y de Babilonia trajeron momentáneamente á esta tierra el culto de la belleza que este dulcísimo ambiente se encargó de mejorar, hasta el extremo de ser aquí las gentes, por ¡acción ccombinada de la tierra enloquecedora y del brillante espacio, admiración de los Dorios. Resucite el lector con esfuerzo imaginativo toda la edad pasada. Recuerde que los Dorios llevaron á los otros griegos el uso de los gimnasios para embellecer la raza; y cuando de los retazos de la estatuaria griega llegue á recomponer en la mente la obra bellísima y simpática de Afrodita y de los guerreros espartanos; piense que aquella raza, que hizo culto divino de la forma humana, se sintió arrobada por la belleza de los moradores de las Baleares, que desnudos y lubricados con grasas y aceites bajaban de los riscos y surgían del fondo de las cavernas, viviendo una vida de pasión más enloquecedora que la de la leyenda de los lotófagos, con el cuerpo impregnado por las infinitas esencias de las brisas balsámicas, con el cutis dorado por los ardores estivales, puesta en la piel como reflejo la transparencia diáfana de las nieves de las altas cimas, airosos y esbeltos como la palmera de los hondos valles de esta tierra, redondos y turgentes como la copa de los altos pinos del riscal de la serranía.

La airosa curva de Apolo, el cinturón de Venus, suprema concepción de la belleza, vivió aquí de un modo inconsciente, sin sacerdotes, sin sacerdotisas, sin templos, entre herederos de cien razas distintas que la fuerza del ambiente se encargó de unificar en una sola, que hizo culto de la belleza, del color y de la línea, y que erigió lo bello, en fuente de poder y de fuerza, y más la, de, en atributo exclusivo, de riqueza, hasta el extremo de considerar á la mujer como valor supremo de enriquecimiento, de adquisición y de cambio (1). Grecia, haciendo por influencia dórica, de la belleza fuente de la fuerza, cultivando el gimnasio y adorando á Afrodita, tuvo mucho que aprender de estas islas Gymnasias y de estas Afrodita, de estas islas baleáricas, donde hombres y mujeres, crecidos entre el lentisco, recibían del luminoso y del balsámico ambiente de esta tierra el sello de la belleza simpar, que, pese á la modificadora soberbia humana, más que atributo de fuerza es fuente de ella.
(1) Diodoro Siculo


Extracto del libro (Corsarios y piratas) de Ricardo Burguete del año 1900









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