HAZAÑAS DEL CORSO
Ni un solo instante dejaron los
berberiscos de impugnar estas islas. Se dificultó en grado extremo todo
comercio pacífico en el Mediterráneo, las naves corsaria de Berbería abordaban
las de los mercaderes, y éstos comprendieron al fin que era más útil empresa
dedicarse á lo seguro del corso que entregarse á los riesgos del comercio. En
el año 1397, reinando el rey de Aragón don Martín, un castellano apellidado Ferrándiz
diose á los mares con buena ventura y crédito de diestro corsario. Llegó á
Palma de Mallorca en una de sus expediciones con dos naves bien armadas y
fondeó entre Porto Pi y el muelle. Traía como buena presa una nave genovesa
cargada de trigo. Pidió al puerto resguardo de la nave que dijo ser apresada á
los moros, y como se le denegase, se insolentó con las autoridades; y por si
era poco, apresó una nave de comercio cristiana, que al dia siguiente acertó á
pasar á tiro de las suyas.
Armáronse sobre la marcha dos
naves de importancia y una galeote para castigar la insolencia del castellano;
tomó su mando del noble Ramón Abellá, y fueron capitanes de las naves Berenguer
de Montagut, lugarteniente Alberto de Roaig y Juan do Tennens. No lograron
vencer al castellano, muy ducho en el mar, pero tras de una persecución
incesante á lo largo de la costa le obligaron á abandonar la última presa, que
era una nave veneciana, con abundante cargamento.
El 13 de julio de 1398 llegó á
Mallorca el noble vizconde de Rocaberti, mandando nueve galeras y una galeote de
Valencia. Traía la empresa de acometer á Berbería para castigar desmanes de
piratas y tuvo el propósito de juntar su flota con la que mandaba Hugo de Anglesola
que quedó jefe de toda la armada. Juntóse la expedición en Ibiza y se componía
de 70 velas y 50 naves de remos. Sumaban 7,500 combatientes, de ellos 400
hombres de armas ó gentiles hombres. Se hicieron á la mar, y tras de algunas
borrascas el 27 de agosto llegó la armada á Tedelis, en tierra de moros.
Mandaban las naves más poderosas
de Mallorca Juan Desbech, doncel ; Juan Vivot, ciudadano ; Guillermo de San
Juan, doncel; Nicolasito de Fachs, mercader ; Juan de Moya, especiero ;
Guillermo Vincens, pelaire; Pedro Mocaroles, de Seller, y un payés de Felanitx.
Desembarcaron al llegar á tierra, acometieron el lugar y en cosa de una hora se
apoderaron de él por fuerza de las armas, conervándolo por espacio de día y
medio, durante el cual fuá saqueado, matando 300 habitantes y cautivando 150
personas é incendiando después la población, que abandonaron el 28 del mismo
mes. El éxito de esta feliz expedición lo malogró el propio Anglesola y pagó
con su vida la imprudencia. Embarcadas las tropas quedó él con escaso número de
capitanes en tierra para hacer reconocimientos en la costa. Aprovecharon los
moros la ocasión de quedar tan reducido número de tropas y dieron sobre ellos alanceándolos,
sin que se salvase uno solo.
Dióse al mar la armada, lamentando
tan funesto suceso, y para triste remate la desorganizó una gran tempestad que
le sorprendió en alta mar, siendo muy pocos los buques que lograron volver á
tierra de Mallorca, donde se celebraron funerales por el alma del
virrey Anglesola, muerto en la
expedición á Tedelis.
El 15 de marzo del año siguiente
dió un bando Rerenguer de Montegut, capitán de la Santa Armada, para que se
aprontaran los que quisieran ir en ella; se concedían parte de las presas, así
de moros como de otras cosas, á los que se alistasen en la expedición. Se
hicieron rogativas por el buen éxito de la empresa. Reunida la escuadra
mallorquína en Mahón pasó Montagut revista de su gente y se encontró con 3,500
hombres, de ellos 1,000 de armas y 700 ballesteros. Las naves fueron 70. Al día
siguiente pasó revista el general valenciano á los suyos y resultó tener 2,600
hombres, 200 ballesteros y 30 buques.
Partió la escuadra combinada con
rumbo á Bona, y después de algunas peripecias llegaron definitivamente á dicho
puerto en 31 de agosto 94 barcos. Desembarcó la expedición y tuvieron un
encuentro los cristianos y los moros, tirándose pasadores y bombardas sin bajas
de consideración. Fué armado caballero en este encuentro Ortiz de San Martí.
Desembarcó la expedición en los
arenales inmediatos á Bona y se apoderaron de dos montículos. Los moros, según
su sistema, les dejaron internarse, y juntando gran muchedumbre, que algunos
hacen ascender á 30,000 hombres y 6,000 caballos, dieron sobre el reducido
ejército de desembarco, y aunque éstos pelearon con denuedo les rompieron con
gran confusión y les pusieron en fuga, siendo el menor número los que lograron
alcanzar los barcos. Se hicieron fuertes en la playa y lograron ordenar el
embarque del destrozado ejército. Faltaron de él muchos, entre ellos mosén
Ortiz de San Martí, el que fue hecho caballero el día anterior. De éste sólo
pudo rescatarse el cuerpo ; la cabeza había sido cortada á cercén, y sin duda
se la llevaron á la plaza como trofeo.
Tan adaga expedición produjo
naturales divergencias entre valencianos y mallorquines y ambas escuadras se separaron,
yendo cada una á saquear lugares de la costa de Berbería.
En el año 1400 concedió el
Pontíifce Benedicto XIII otra cruzada contra los infieles al rey Martín y fue oficial
general de esta reclutando en ella gran número de naves mallorquínas. expedición
Berenguer de Tagamans. No ocurrió nada digno de mención en la cruzada, por
estar prevenidos los moros.
El 23 de junio de 1407 una galera
mallorquína corsaria apresó una fragata mora, y por sus tripulantes se supo que
40 galeras más se disponían á verificar una algarada en las costas de Valencia,
Tortosa y Mallorca. En carta de 23 de junio los jurados avisaron á los de
Valencia del peligro y todos se pusieron en defensa. No llegaron los moros á
las costas, pero apresaron varias saetías mallorquínas y sufrieron daño en
compensación de la galera que mandaba Mateo Cardona y de la galeote de 14
barcos que dirigía Diego de Barrasa, ambos corsarios mallorquines. Estos mismos
prestaron un buen servicio poco tiempo después, persiguiendo á las
naves piratas procedentes de
Cerdeña y al mando de catalanes, que se estacionaron entre Porto Pi y las
Illetas para apresar cuantos bajeles y mercaderías les vinieran á la vera.
El año 1408 los moros de Berbería
asaltaron con bárbaro arrojo por dos veces Andrache; la primera los
mallorquines hicieron prisioneros ocho moros y mataron doce, y en la segunda
quedaron casi todos cautivos de de los de Andrache. En el mes de junio los
bajeles moros llegaron á la Palomera y salieron en su persecución. Juán Moyá y
Andrés Riera, con tal acierto que, embistiendo á uno de los bajeles moros, lo
echaron á pique y al otro le pusieron en fuga. Se concedió por el rey Martín
una cédula, fechada en Barcelona, creando el Colegio de la Mercaduría, con varias
facultades y preeminencias, entre ellas la de armar varios navios para custodia
de estos mares y de sus mercancías y de imponer un «degtigal» de un dinero sobre
todas ellas, pudiendo disponer á su arbitrio de este producto.
Con estos fondos se construyeron
dos bajeles grandes armados en corso, para conducir las mercancías de aquellos mercaderes
que por ser pobres no podían conducir las en barcos grandes é Iban con sus
pequeñas barcas á dar irremisiblemente en manos de los moros. Mandábanlos Pelay
Roms y Bartolomé Fuster.
Extracto de Corsarios y piratas (La leyenda del Mediterráneo) de Ricardo Burguete
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