domingo, 29 de enero de 2012

De camino al colegio (Cuento de ficción)

DE CAMINO AL COLEGIO (cuento de ficción)

De mis historias vividas esta es muy especial, pues me ocurrió siendo niño yendo al colegio a estudiar. Iba como todos los días por un solitario camino que de mi casa llevaba hasta muy cerca del rio, y cuando el puente cruzaba había llegado a mi destino; aquel colegio solitario abarrotado de críos.
Era una brumosa mañana de un mes que ha quedado borrado por el inexorable tiempo, y aunque pienso que era otoño por el grueso gabán llevaba para protegerme del fresco, y que mi madre había comprado a un charlatán honrado que vendía en nuestro pueblo; asegurarlo no puedo porque ha quedado ya olvidado en mis recuerdos. Cuando el puente divisaba entre la niebla a lo lejos, una voz acongojada de punta puso mis pelos, al oír unos quejidos lastimeros en aquel solitario sitio por el que no pasa nunca ni peatón ni carretero. Sin saber muy bien que hacer por el miedo que tenía, la solución que encontré es correr todo lo que mis piernas podían. Llegue al pueblo sofocado, entrando en la escuela jadeante, y sudoroso, y el maestro – comento: - Toni, pareces un oso; a lo que yo conteste: - ¡He oído algo horroroso cuando por el camino venia, de entre los pinos salían sonidos muy lastimosos! 
Era el maestro un sujeto enjuto y seco, aunque de gran valentía, que cuentan las malas lenguas, que fama y honores gano en contiendas que vivió, durante su juventud perdida. Ante los hechos narrados, el interés en el maestro ha despertado, decidiendo seleccionar a un grupo para de inmediato acercarse a comprobarlo. Deja encargado de la disciplina en la escuela a un alumno al que llamaban “Ciruela”, que tiene tan malas pulgas que se lía a coscorrones con aquellos que se la pegan. Con el maestro a la cabeza nuestros pasos dirigimos, hacia aquel lugar extraño que encontré cuando venia caminando hacia el colegio, entre los pinos.
Formaba este pelotón cuatro enormes cachalotes, el maestro, y como grumete yo, armados de sendos garrotes, por si acaso alguien trataba de bromas gastarnos, o afeitarnos los bigotes. Cuando a su altura llegamos algo extraño sucedía, porque los pájaros que por aquel lugar cantaban solo el silencio se oía, y la niebla muy cerrada tan solo en aquel lugar se mantenía, como intentando esconder el secreto que aquel lugar escondía. Nos miramos a los ojos sin saber bien que decir, y el maestro rompió el hielo preguntando: - ¿Toni, es aquí?, a lo que yo temblado respondí: - ¡Siiii! – pues a lo que hemos venido presto, que no nos podemos dormir; algo raro esta pasando y lo debemos descubrir.
Como si una piña fuera y a la cabeza Don Pedro, dejamos el camino a un lado y del bosque nos metimos dentro, donde una sensación de agobio se incrusto, en nuestros infantiles cuerpos, y los que antes eramos vigorosos, el miedo los estaba convirtiendo en viejos, haciéndolos tan pesados que era imposibles moverlos. Buscamos por todas partes sin hallar pista alguna, y la incógnita seguía igual que la molesta bruma, que fuera de aquel lugar solo luminosidad había y los pájaros cantaban con ruidosa algarabía.
La mañana terminaba y el cansancio poco a poco estragos en nuestros cuerpos causaba, al no ver los resultados que después de nuestra larga búsqueda se esperaba, y que en nuestras caras un halo de decepción sin excepción se reflejaba, sabiendo que algo ocurría y no habíamos descubierto nada. Pero cuando la decepción nos ganaba la partida, algo de pronto sucedió dejando la decepción suspendida, y vimos como entre las jaras del campo una cabeza con un pequeño perro aparecía y que una vez ante nosotros parecía que gemía, le hicimos mil carantoñas y dijimos mil tonterías pero el con sus gestos que le siguiéramos era lo único que quería.
Seguimos al animalito un rato, para intentar descubrir al final lo que pasaba, y llego cada vez más despacito hasta llegar a unos pies que de un árbol estos colgaban, nos quedamos de piedra y afligidos en ese instante, mirando aquel cuerpo de un desgraciado allí delante, aquel anciano al que la incomprensión y la soledad su vida le había arrebatado en un instante, dejándole solo aquel amigo que nos estaba buscando y que junto a sus pies esperaba que fueran a descolgarle.
Luego pasaron los años y muchos lustros después en aquel camino de cabras una carretera encontré, por la que iba circulando cuando con aquel árbol me tropecé, y parando de repente ante el mismo mis respetos presente, recordando aquel suceso del anciano que su nombre no sabré, aunque por aquellos solitarios lugares si agudizas el oído, de su más fiel amigo y que siempre iba junto a él, escucharas los ladridos.




Joanmoypra/enero/2012

sábado, 28 de enero de 2012

La Infanta y el pelotari

LA INFANTA Y EL PELOTARI

Voy a contar una historia que no ha mucho sucedió, en el sur de la vieja Europa en el País más juerguista y coquetón. Reinaba por esas tierras un monarca muy apreciado tanto por sus propios vasallos, como por los vecinos de al lado. Este monarca tenía unos vástagos muy sanos, y entre ellos destacaba una infanta de tal  belleza que el sol de ella se había enamorado. Fueron pasando los años y su belleza aumentaba, en la misma proporción con el que un cuerpo de mujer en la infanta se formaba, para atraer a esos moscones que alrededor de la flor su gran oportunidad aguardan.
Era de carácter afable y una gran simpatía lo que con su gran personalidad muchas puertas a esta abrían. Su pasión era el deporte y por el mismo vivía, y junto a grandes deportistas muchas veces se veía, bien en los entrenamientos, o en las muchas competiciones a las que ella asistía. Pero todo cambio de repente cuando a unos juegos asistió, y “se enamoró de repente de un pelotari guasón”. Era este personaje un deportista afamado, de esos que tiran pelotas como piedras con las manos, no para golpear contra otros, si no a una red detrás de un marco, que guarda otro sujeto, pero del equipo contrario. Su presencia era de cuento, alto, rubio y bien plantado y con los ojos azules igual que los de su gato, y un porte que ya quisieran muchos héroes afamados.
Llego la boda del cuento  que el pelotari soñara, ¡posición, belleza y talento! todo por su bella cara, y a partir de ese momento ha pasado de plebeyo a jefe de la manada. Fueron pasando los años mientras sus redes tejía y la infanta mientras tanto, niños al mundo traía, que mirando su belleza de otra raza parecían. Como el tiempo le sobraba sin ocupación alguna, pensó en la empresa privada para ampliar su fortuna, y lo hizo ¡vive Dios, de una manera española!, que fue juntarse con unos que le hicieran bien la ola, y buscaban el dinero hasta debajo de las caracolas. Siguieron sus fundaciones viento en popa a toda vela, sacándoles el dinero para meterlo en su cartera, a muchas instituciones que el Estado dinero diera, para hacer obras sociales o arreglar las carreteras, y que una vez en sus manos él mismo lo desviaba a esos paraísos fiscales donde no invierte cualquiera.
¡Pero quien lo iba a pensar, y el pastel se descubrió!, y lo que antes era alegría y despilfarro en tristeza se torno,  la justicia que era ciega con un ojo le miró para exigirle los daños que por sus acciones causo. Nuestra princesa del cuento que esto también lo sabia, esta cambiando belleza por una gran melancolía, llorando sus infortunios donde antes solo reía, y sin pensar las nefastas consecuencias que a la monarquía ellos con sus actos les traerian.
Las moralejas del cuento han sido siempre las mismas, todo lo bueno perdemos por nuestra miserable codicia, que hace que acaparemos aquello que por su amarillo brilla, y dejemos aparcado lo bueno que hayamos logrado por nuestra preparación o condición de vida austera y sencilla.
Joanmoypra/enero/2012

viernes, 27 de enero de 2012

El peluche y la conciencia (Cuento)

EL PELUCHE Y LA CONCIENCIA

Paseaba viendo tiendas en un día de verano, cuando vi en un escaparate un  peluche muy enano. Llamo mucho mi atención los peluches que allí había y entre ellos reconocí uno que en la cabeza un sombrerito tenía.  No recordaba ni donde ni de que lo conocía, de lo que estaba seguro es que aquel muñeco tan distinto había estado en mi vida.
Consultando con la vieja almohada sobre el peluche citado, la misma me respondió que era de un sueño del pasado, y debía venir a comprobar si había cumplido las promesas que habíamos pactado. Me dejo desconcertado aquella inusual explicación, aunque sin saber porque sentía que tenía razón.
Sin recordar aquel sueño que me había apuntado mi fiel y cariñosa almohada, me prepare a salir como todas las mañanas, cuando de dentro del armario estas extrañas palabras escuchaba: - ¡Como estás amigo mío, ya me tienes por aquí!,  he venido a recoger lo que hace tiempo perdí. -  ¡No recuerdo lo que era!, -  a aquellas palabras respondí.  Abrí del armario la puerta y la sorpresa fue enorme, al ver el pequeño muñeco del tamaño casi de un hombre, y una faz muy preocupante por la furia que ella esconde. – acuérdate la promesa que en aquel sueño me hiciste, cuando cambie por alegría tu vida que era tan triste, y por la que ayudar al oprimido prometiste, y hasta ahora he comprobado no cumpliste. – ¿Cómo puedes exigirme lo que en un sueño  prometí, si inconsciente me encontraba?- le exprese. Y él con parsimonia como un juez en ese momento lentamente comento: – Los sueños son las vidas paralelas que nos tocara vivir,  una vez veamos de nuestro camino      el obligado fin, que será en ese momento que del sueño nos sea imposible salir.
En ese mismo momento entendí la moraleja, y vi que los sueños son del cielo o del infierno la puerta: que con las buenas obras  abrimos y las malas nos las cierran, dejando la llave al nacer a nuestra humana conciencia, para que vigile bien y no manipulen las puertas.

Joanmoypra/enero/2011

martes, 24 de enero de 2012

Los sueños, ¿Dime que son?

LOS SUEÑOS, ¿DIME QUE SON?
¿Dime madre por favor,
los sueños, dime que son?
Porque mis sueños primeros
que en tu vientre aparecieron
llegaron sin esperarlos
y de igual modo se fueron,
sin dejar ninguna huella
de aquellos felices tiempos.

¿Quién dará una explicación
a mis sueños infantiles?
A esas ilusiones pasajeras
que los inocentes seres llevan,
hasta que el paso del tiempo
al ostracismo condena,
o cuando ven la realidad
se sumergen en la pena.

¿Dónde quedo aquel caballito
de plástico o de madera?
Y esos paisajes de cuento
con sus floridas arboledas;
por donde jugando van
tantos héroes y princesas,
en busca de un no sé qué,
bullendo en nuestras cabezas.

¿Qué será de aquel amigo          
que nuestra mente forjo?
Ese que junto a la almohada
tantos consejos nos dio,
de los que tan pocos seguimos
por creer que nuestros sueños
tan solo unos sueños son,
sin pensar que son mensajes
que en sueños nos envía el Creador.

  ¿Y los sueños infernales
quien me los puede explicar?
Cuando gimiendo y sudando
nos vamos a levantar,
temblorosos y asustados
sin ganas dialogar,
ni contar lo que ha pasado,
con el mensaje aportado
por ese perverso sueño 
que,
nuestro descanso ha trastocado.

¡Los sueños son las señales
que la Providencia nos envía!
para que tengamos cuidado
y limpiemos las conciencias,
de todos los actos indecentes
que a todas horas hacemos
al perder nuestra paciencia,
que junto con la humildad,
son dos de las virtudes humanas
que deben perseverar.

Aunque muchos sabios geniales
los sueños han estudiado,
poco podemos 
decir
de las conclusiones que han dado,
sus interpretaciones solo son
renglones en papeles anotados,
con letras de molde escritas
en un libro o en un tratado,
pero sin ninguna solución
sobre los sueños y su significado;
¡Esa nos la dará el Creador
cuando nos llame a su lado!

Joanmoypra/enero/2012
http://sancholanza.blogspot.com/

PINCELADAS CARPETOBETONICAS